5. Abstinencia
En 1953 hubo un baby boom en la ciudad de Cuzco. La gente no entendía por qué la fertilidad de la pachamama se manifestó en los vientres de las lugareñas y las calles se inundaron de cochecitos. La respuesta estaba en la farmacia de Camila, tía de Marigú. Para comprender lo que pasaba por su cabeza cuando se puso a pinchar preservativos con una aguja, hay que apelar a la empatía y entender que ella creía fervientemente que estaba velando por la moral y buenas costumbres para que su ciudad natal no sea condenada como Sodoma y Gomorra. Y es que cuando recibió la primera caja de condones en su negocio, ella vio al primer jinete del Apocalipsis. Su establecimiento empezó a vender profilácticos por ley. Y los policías que trabajaban en la comisaría que estaba a la espalda de la farmacia se volvieron clientes regulares. Este hecho alarmó a Camila y le pareció que la única forma de que este libertinaje no pasara desapercibido era hacer que estos pecados cobraran vida y manutención. Nunca