3. Dolor

Cerca de 800 millones de personas en todo el mundo sufren de migrañas. Y Marigú pertenece a este selecto grupo de dolientes. Recibió el diagnóstico de su pediatra a los 9 años. La receta indicaba tomar mejoralito (paracetamol para criaturas) y prohibía chocolate en cualquiera de sus presentaciones. 

A sus casi 70 años, su historial médico tiene el grosor de una biblia. Se sometió a tomografías, resonancias, inyectables, recetas de pastillas (algunas le causaron lagunas mentales y otras le plantaban ideas suicidas), probó aceite de cannabis, se puso el daith piercing*, dejó el gluten, aprendió a meditar, practicó yoga y creyó en todas las promesas que le juraban erradicar el dolor.


Sugerir un tratamiento o solución para su malestar es un deporte de riesgo, la indigna tanto o más que llevar a reparar una computadora y que te pregunten si probaste con apagarla y prenderla. 


Con respecto a la intensidad de las migrañas, debería de aprobarse una ley que haga que sea obligatorio que use un cartel en el cuello que diga: ¡Cuidado! Esta persona muerde. Cada ataque está acompañado por sensibilidad extrema a la luz, sonido, olores, y una buena ración de náuseas y vómitos. A medida que el dolor aumenta, algunas personas aseguran que su ropa se rompe y el color de su piel cambia a verde pero esto es solo un mito. 


El único momento en que Marigú se siente comprendida y, hasta cierto punto, vengada es cuando es testigo de un dolor de cabeza ajeno. Pero todo eso se acaba cuando recuerda que son turistas en el dolor y que nadie nunca conocerá la intensidad de sus ataques de migraña. 


Con dolor o sin dolor, siempre se levantó de la cama y salió al mundo (a veces siendo un peligro para la sociedad). La sensibilidad a los olores hizo que maltrate a mujeres desconocidas por ponerse perfume. Y su poca tolerancia a los ruidos, la embarcó en peleas con hombres que triplican su tamaño porque los acusaba de hablar a los gritos.


Cada exabrupto está justificado por su condición. Sin embargo, jamás se sabrá a ciencia cierta cuándo es un ataque de la migraña o de Marigú. La licencia para maltratar está avalada por su malestar, y la mejor manera de recibir sus agravios es como si vinieran de una persona poseída por un demonio que te tira insultos en un idioma desconocido. 




*Método que consiste en ponerse un pendiente que atraviesa el cartílago por el centro, justo en el punto donde normalmente se aplican las agujas en acupuntura, con el supuesto objetivo de acabar con la migraña.







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