10. Mascotas
Un suicidio social es un acto que causa que una persona sea rechazada y expulsada de un grupo social. Marigú le cortó las venas a su popularidad cuando tenía 14 años con la adopción de Tomasito, un caracol. Luego de muchos intentos fallidos de que su padre y madre la dejaran tener una mascota tradicional, satisfizo esta necesidad con un molusco gasterópodo.
Marigú fue una adelantada a su época y precursora en la adopción de caracoles. Bien asesorada, pudo llevar a Tomasito a la fama y posicionarse al lado de grandes creadores de contenido con miles de seguidores embelesados con las actividades cotidianas de estos bichos. Para comprender este fenómeno, solo hace falta escribir en el buscador de TikTok: Caracol gigante africano comiendo sandía.
No cabe duda que en la actualidad, Marigú pudo haber sido una estrella de las redes con su peculiar amigo. Pero en los años 70, solo era una freak que cargaba un taper que contenía una lechuga y un caracol. Una lástima que ese taper no tuviera tapa el día que lo llevó al colegio porque de haberla tenido, otro pudo ser el destino de Tomasito. Afortunadamente, su muerte fue rápida al caer del pupitre de Marigú y ser pisado accidentalmente por una de sus compañeras. Cuando escuchó ese crack, todos los momentos que vivió en las dos semanas que tuvo a Tomasito pasaron frente a sus ojos.
Un par de años más tarde y con la tragedia superada, pero con la promesa de nunca comer escargots intacta. Llegó Gustavo, un gato blanco con negro, al que suele recordar como su primer hijo. Él es la razón por la que para Marigú, el atún con arroz siempre será comida de gato porque en esa época no existía el alimento balanceado.
Gustavo estuvo en la vida de Marigú por 7 años y tuvo una muerte menos instantánea que la de Tomasito, se lo llevó una insuficiencia renal. Lo recuerda siempre que suena su canción, Porque te amo de I Camaleonti. A veces le habla a la foto que tiene colgada de él en su cuarto y, como buen espíritu de gato, Gustavo la ignora.
