15. Cara
Con 70 años, Marigú ha vivido lo suficiente para tener el privilegio de decidir en vida el destino de sus restos mortales. Para hacer la elección correcta, hizo un cuadro comparativo entre el entierro y la cremación:
Después de un arduo análisis y una encuesta de Whatsapp en su grupo familiar, eligió la cremación. Sin embargo, si alguien se animara a hacer una tasación de su cuerpo se daría cuenta que prenderle fuego sería tan ilógico como hacer explotar un Ferrari.
Las razones por las que la opción más razonable es la momificación son: dos lifting faciales, innumerables inyección de bótox y ácido hialurónico, litros de bloqueador, sinfín de productos de skincare y horas de trabajo de especialistas en dermatología.
La cara de Marigú es el rostro de la lucha y el triunfo contra el paso del tiempo. Mirarla es igual que apreciar una pirámide, el Coliseo Romano o el Taj Mahal, y decir ¡Qué bien se conserva! Es por eso y muchas otras razones, por las que sería un despropósito reducirla a cenizas.
Durante un vuelo con destino a Colombia, Marigú se puso a hojear una revista de la National Geographic. En la portada estaban los Niños de Llullaillaco, tres momias incas que fueron encontradas cerca de la cima del volcán Llullaillaco en Argentina. Debido a las bajas temperaturas de la zona, su estado de conservación era tan bueno que parecían estar dormidas. Luego de leer el artículo, se prometió a sí misma que algún día iría a conocerlas.
Finalmente, el destino la llevó al Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta y pudo cumplir ese sueño. Estaba maravillada con el pelo, la piel y la ropa del cuerpo de más de 500 años de La Niña del Rayo. Ojalá Marigú entre en razón, done su cuerpo a la ciencia y entienda que podría ser la cuarta y mejor momia de ese museo si se lo propone.
